Estuve pensando en lo que se gestó o comenzó a gestarse en la primer reunión de Minga y me vino a la mente la siguiente imagen.
No sé si alguna vez les paso, pero cuando uno ordena su armario (ropero, placard, o cuarto en general) encuentra un cumulo de cosas que las consideraba perdidas, olvidadas o quizás sin explicación de cómo fueron a parar a ese lugar. A partir de este orden uno trata de reubicar todos estos objetos que uno encontró y lo que no es reubicable tiene como destino la bolsa de consorcio. Seguramente que de la gran mayoría de las cosas encontradas no sean de una gran utilidad, pero a veces contamos con la suerte de que aparezca algo que nos ilumina, nos cambia. Este objeto encontrado, el cual estaba olvidado, se convierte en el centro la escena y le damos la atención necesaria para ver cómo le daremos el valor que se merece.
Quizás no conozcamos la razón real de porque lo abandonamos en el olvido del ropero, pero si podemos tener la certeza de que tenemos una nueva oportunidad para aprovechar este encuentro tan particular.
Y acá viene mi reflexión sobre Minga. Entre todo el bullicio y la alegría en cadena desatada por la buena onda que genero Minga, sentí que una de sus funciones es ordenar nuestro ropero interior, nuestro armario lleno de cosas sin saber realmente con lo que cargamos. Y así poder encontrar eso que dejamos sin darle la bola suficiente. Algunas cosas que encontremos le servirán al otro (función importante de Minga) pero cuando podemos encontrar en nosotros mismos eso que realmente nos ilumine será un buen comienzo para esta historia.
Minga encontrá lo que no buscabas.
Tommy Malter
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